Farvelo & MCV te traen una reflexion positiva para cada dia.

20060210

El Tazon de Madera

Un viejo se fue a vivir con su hijo, su nuera y su nietos de cuatro y dos años , él vivía solo y deseaba compartir con su familia sus últimos días.
Los años no habían pasado en balde y ya le temblaban las manos, su vista era torpe y sus pasos ya no eran tan fuertes como antaño.
Toda la familia comía junta en la mesa del comedor, pero las manos temblorosas y la vista enferma del abuelito hacían que el alimentarse fuera un asunto difícil.

Los guisantes caían de su cuchara al suelo y cuando intentaba tomar el vaso, no era difícil que se le derramara la leche sobre el mantel.
El hijo y su esposa se cansaron de la situacion, "Tenemos que hacer algo con el abuelo", dijo el hijo.
"Ya he tenido suficiente y estoy harto de esta situación, derrama la leche, hace ruido al comer y tira la comida al suelo".

Así fue como el matrimonio decidió poner una pequeña mesa en una esquina del comedor; así pasaban los días y el abuelo comía solo mientras el resto de la familia disfrutaba la hora de comer.

Como ya había roto varios platos, su comida era servida en un tazón de madera.
De vez en cuando miraban hacia donde estaba el abuelo y podían ver una lágrima en sus ojos mientras estaba ahí sentado solo.
Sin embargo, las únicas palabras que la pareja le dirigía, eran fríos llamados de atención cada vez que dejaba caer el tenedor o la comida.

El nieto de cuatro años observaba todo en silencio.
Una tarde antes de la cena, el papá observo que su hijo estaba jugando con unos trozos de madera en el suelo.
Y le preguntó suavemente: "¿Que estás haciendo hijo?"; con la misma dulzura el niño le contestó: "Ah, estoy haciendo un tazón para tí y otro para mamá para que cuando yo crezca, ustedes coman en ellos".
Sonrió y siguió con su tarea.
Las palabras del pequeño golpearon a sus padres de tal forma que quedaron sin habla.
Las lágrimas empezaron a rodar por sus mejillas.
Y, aunque ninguna palabra se dijo al respecto, ambos supieron lo que tenían que hacer.
Esa tarde el esposo tomo gentilmente la mano del abuelo y lo guió de vuelta a la mesa de la familia.
Por el resto de sus días ocupó un lugar en la mesa con ellos.
Y por alguna razón, ni el esposo ni la esposa parecían molestarse cada vez que el tenedor se caía, la leche se derramaba o se ensuciaba el mantel.

Los niños son altamente perceptivos.
Sus ojos observan, sus oídos siempre escuchan y sus mentes procesan los mensajes que absorben. Si ven que con paciencia proveemos un hogar feliz para todos los miembros de la familia, ellos imitarán esa actitud por el resto de sus vidas.
Los padres y madres inteligentes se percatan que con el ejemplo de cada día colocan los bloques con los que construyen el futuro de sus hijos.
Lleguemos a ser instructores sabios y modelos a imitar por nuestros hijos.

Gracias Aangelove.

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